El devenir de la transición energética es incierto, se observa un proceso que corre serios riesgos de ser cooptado corporativamente, de ser banalizado y puesto al servicio del actual sistema de reproducción social que pretende perpetuar las actuales condiciones de vida sobre el planeta.
Es por esto que creemos necesario que existan espacios de reflexión que visibilicen las transiciones energéticas como dinámicas complejas cuyo objetivo sea satisfacer las necesidades de la sociedad en su conjunto, entendidas no solo como la subsistencia física, sino también el ejercicio de los derechos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales para una vida digna. En este sentido, se debe rediscutir el rol de la ciudadanía impulsando mayor participación en la toma de decisiones sobre el futuro energético local y nacional, así como en el desarrollo de proyectos energéticos de pequeña escala o propiedad colectiva que den cuenta de las necesidades locales.
Pensar en el acceso y la equidad distributiva de los recursos energéticos presupone no solo repartirlos mejor, sino construir las condiciones para ello. Esto implica incorporar las nociones de equidad y justicia tanto intra como intergeneracionalmente así como alcanzar una forma de relacionamiento con la naturaleza que garantice la sustentabilidad del sistema socioecológico.
Nos parece especialmente necesario debatir estas temáticas en el contexto latinoamericano, región donde resulta aún más evidente que lo que está en juego en la discusión sobre el desarrollo energético es la dinámica del modelo de desarrollo vigente, donde la apuesta por el crecimiento económico sostenido ha significado un aumento de la demanda por insumos energéticos para satisfacer a los sectores productivos, especialmente a aquellos vinculados a la extracción, transporte y exportación de materias primas o commodities (como recursos naturales con bajo procesamiento). Donde, en consecuencia, avanzar en el problema energético en el marco de la actual crisis climática y económica requiere una revisión y transformación profunda del modelo de producción intercambio y consumo vigente. El postdesarrollo, el postextractivismo, el postcapitalismo son faros u horizontes que nos permiten repensar las características actuales del sistema energético y delinear los rasgos de la transición necesaria.
El grupo de trabajo Energía y Equidad, se propone a través del trabajo colectivo, elaborar y compartir herramientas conceptuales siguiendo dos objetivos: profundizar el análisis y la crítica del modelo energético actual y aportar a la construcción de alternativas regionales y locales frente al modelo de desarrollo hegemónico, en un vínculo estrecho con las luchas que se dan en la región para hacer posible otro modelo de sociedad.
Se plantea trabajar la problemática energética desde un abordaje interdisciplinario y complejo. Consideramos los aspectos físicos de la energía, en tanto avance de la sustitución de los hidrocarburos y la energía nuclear por fuentes renovables utilizadas sustentablemente como una condición necesaria pero no suficiente de la transición energética. Es necesario abogar por una transición energética popular que plantee una mayor participación ciudadana y rural, que proponga una nueva forma de producir, transportar y consumir alimentos, que saque la energía de la esfera del mercado, que distribuya el poder concentrado en las corporaciones energéticas, que fortalezca las distintas formas de lo público, que despatriarcalice y democratice el sistema energético y, que descolonialice la forma de sentipensarnos en un futuro con decrecimiento, equidad y justicia socio-ambiental.